9 de septiembre de 1932
Comienza la Guerra del Chaco
La Guerra del Chaco fue uno de los mayores conflictos del siglo XX dentro de Latinoamérica. Librada entre Bolivia y Paraguay de 1932 a 1935, supuso una disputa territorial precursora de los conflictos que posteriormente llevarían a la Segunda Guerra Mundial.
Origen
El Chaco, más concretamente el Chaco Boreal de 650.000 kilómetros cuadrados, situado justo en medio de la frontera entre Bolivia y Paraguay, era un territorio inhóspito, seco y polvoriento, cargado de una abundante vegetación compuesta por palmeras, matorrales, zarzas y cactus, cuya única fauna eran arañas y serpientes venenosas, así como mosquitos transmisores de enfermedades. Respecto al suelo la posibilidad de cultivo era imposible, exactamente igual que la logística y las comunicaciones debido a la escasez de agua potable y a unas temperaturas de más de 50º C grados en verano. Sin embargo la riqueza del Chaco no estaba en su superficie, sino en el subsuelo por los enormes yacimientos de gas natural y también por las bolsas de petróleo que llevaron a despertar un gran interés por parte de bolivianos y paraguayos.
Jamás Bolivia y Paraguay habían mantenido ninguna disputa territorial, ni siquiera eran enemigos naturales sobre la región desde que se habían independizado de España en el siglo XIX. Paraguay por ejemplo únicamente se disputaba tierras con Argentina y Brasil tras la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) que terminó en derrota y en la cesión de 150.000 kilómetros cuadrados de superficie. Bolivia por otra parte, solamente mantenía rivalidad con Chile tras su derrota en la Guerra del Pacífico (1879-1884) durante la cual perdió su única salida al mar. No obstante sería la urgente necesidad de ambos países por resarcirse de los fracasos anteriores, así como la posibilidad de extracción de materias primas, las causas que llevarían a un inevitable enfrentamiento entre paraguayos y bolivianos.
Tren de tropas paraguayas en el Chaco
El detonante del conflicto sucedió de manera accidental el 25 de Abril de 1932, cuando un avión boliviano descubrió por casualidad la Laguna Pitiantuta, la cual se encontraba situada dentro de una frontera entre Bolivia y Paraguay que jamás había sido definida tras la descomposición del Imperio Español. Dos meses más tarde, el 15 de Junio, una fuerza militar boliviana, queriendo aprovechar las reservas acuíferas de la laguna, rodeó sus orillas y ocupó el Fortín Carlos López que era propiedad del Ejército Paraguayo. Por supuesto desde Asunción se tomaron la acción como una afrenta, por lo que el 16 de Julio una columna paraguaya recuperó el Fortín Carlos López sin apenas encontrar resistencia. Esta acción fue considerada como un “causus belli” en Bolivia, así que transcurridas 72 horas del suceso, el Presidente Daniel Salamanca salió al balcón del Palacio Quemado de La Paz, exhortando a las masas a alzarse en armas contra Paraguay.
A diferencia de Bolivia, Paraguay prefirió por no quedar como el responsable de una guerra que parecía inevitable ante la comunidad internacional. De este modo tuvo que ser el Ejército Boliviano el que llevó la iniciativa cuando 6.000 de sus tropas cruzaron ilegalmente la frontera del Chaco Boreal y ocuparon el 27 de Julio el Fortín Corrales, el 28 el Fortín Toledo, el 31 el Fortín Boquerón y el 7 de Agosto el Fortín Carayá. Finalmente y ante lo que se evidenciaba era una invasión a gran escala, el 21 de Agosto de 1931 Paraguay rompió relaciones diplomáticas con Bolivia. Acababa de comenzar la Guerra del Chaco.
Ejército Boliviano
Bolivia era un país poco preparado para una guerra y menos aún para llevar a cabo una invasión. La nación únicamente podía afrontar una contienda de corta duración porque dependía económicamente del exterior, ya que el 90% de sus productos básicos y alimentos se adquirían en el extranjero debido a que la mayor parte de la población campesina había abandonado la agricultura para trabajar en la minería. Lo mismo sucedía con el petróleo que se compraba en pocas cantidades a Argentina y otras materias primas procedentes de Europa y Estados Unidos.
Militarmente el Ejército Boliviano centró su estrategia pensando en que como la población y fuerzas armadas de Bolivia superaban en tres a uno a las de Paraguay, invadir el Chaco Boreal sería una tarea sencilla. Así lo interpretó tanto el Gobierno del Presidente Daniel Salamanca como el Estado Mayor compuesto por los generales Filiberto Osorio, José Leonardo Lanza, Enrique Peñaranda y el alemán Hans Kundt, un antiguo veterano de la Primera Guerra Mundial que había sido enviado como asesor a Bolivia para estrechar lazos entre las dos naciones. Sin embargo y a pesar del optimismo imperante, nadie tuvo una visión real de las pésimas capacidades del Ejército Boliviano. Primeramente el cuadro de oficiales estaba conformado por una serie de militares elegidos a dedo por el poder político y por tanto escasamente cualificados para dirigir operaciones a gran escala. La tropa por otro lado estaba en situación peor porque la mayoría de los reclutas eran indígenas quechuas, aymaras o criollos blancos, así como diversas tribus del Altiplano que hablaban lenguas distintas, cuyos conocimientos bélicos eran nulos y además físicamente no estaban acostumbrados a subsistir fuera de su espacio natural. Tampoco las tácticas se habían modernizado porque los mandos confiaban en cargas frontales del siglo pasado, exactamente igual que el armamento, la mayoría anticuado y procedente de los excedentes europeos de la Primera Guerra Mundial. Por último estaba el problema de la logística porque para maniobrar en la difícil orografía de matorrales del Chaco, con escasas carreteras y vías ferroviarias, los bolivianos desplegaron un pequeño parque móvil de camiones y una reserva de agua para 5.000 hombres, una cifra insignificante para los 30.000 movilizados inicialmente.
El Ejército Boliviano desplegó a un total de 250.000 soldados.
Ejército Paraguayo
Paraguay no estaba en una situación tan precaria a diferencia de Bolivia. Liderado el Gobierno del país por el Presidente Eusebio Ayala y estando el Ejército Paraguayo al frente del general José Félix Estigarribia, el trabajo de políticos y militares se centró exclusivamente en buscar la manera de defenderse de la agresión boliviana. Para ello las fuerzas armadas paraguayas encontraron el modo de compensar su inferior numérica aprovechando la orografía del terreno y atrincherándose en un inmenso frente de trincheras que se extendía desde la frontera del Brasil hasta la Argentina, protegiendo especialmente el margen del Río Paraguay para privar de agua al enemigo. Respecto a nivel interno, el Ejército Paraguayo contaba con una oficialidad competente que había estudiados en academias militares del extranjero y además gozaba de asesores procedentes de Francia; mientras que la tropa se componía únicamente de guaranís y criollos blancos que se comunicaban en castellano y se coordinaban a la perfección.
El Ejército Paraguayo desplegó a 120.000 soldados.
Batalla de Boquerón
Con el inicio de la Guerra del Chaco, el Ejército Boliviano que previamente había invadido grandes porciones del Chaco Boreal antes del comienzo oficial de las hostilidades, prosiguió su avance hacia el interior sin encontrar apenas oposición. Por ejemplo el 6 de Septiembre de 1932 las tropas bolivianas tomaron el Fuerte Rojas Silva y el 8 su aviación causó graves daños a una columna paraguaya. Sin embargo no contaron con que el Ejército Paraguayo mantenía muy bien protegidas las arterias principales del país y poco a poco movilizaba recursos en la retaguardia que iban reforzando el frente. De hecho el mismo general José Félix Estigarribia se vio lo suficientemente preparado para organizar el primer contraataque destinado a retomar el estratégico Fuerte Boquerón.
La Batalla de Boquerón se inició el 9 de Septiembre de 1932 cuando el Ejército Paraguayo rodeó y asedió la guarnición boliviana del Fuerte Boquerón que tuvo que refugiarse en el interior de sus muros. Allí aguantarían los bolivianos durante días soportando bombardeos de artillería y continuos asaltos que milagrosamente fueron detenidos, gracias en parte al apoyo aéreo y a la escasez de agua de los paraguayos.
Heroica fue la resistencia de los bolivianos en Boquerón, aunque después de más de tres semanas de duro asedio, los alimentos y las municiones se agotaron, mientras que las enfermedades y los numerosos heridos imposibilitaron continuar luchando. De este modo y ante el riesgo de ser aniquilados, el 29 de Septiembre de 1932 la guarnición boliviana se rindió tras haber sufrido 1.500 bajas entre muertos y prisioneros.
Asedio del Fortín Nanawa
Reconquistado el Fortín Boquerón, un total de 15.000 efectivos del Ejército Paraguayo pasaron a la contraofensiva en todo el frente del Chaco. Primeramente los paraguayos ocuparon los Fuertes Ramírez y Castillo el 8 de Octubre, el Fortín Lara el 11, el Fortín Yujra el 12 y el Fuerte Acre el 23 que capituló con la captura de 88 militares bolivianos. Dos días más tarde, el 25, se hicieron con el Fortín Rojas Silva, el 26 con el Fortín Alihuatá y el 30 con el Fortín Fernández. Roto el frente por varios sectores en Noviembre, la retirada del Ejército Boliviano se convirtió en desbandada porque 4.000 soldados huyeron precipitadamente y de manera desordenada a través de la selva de matorrales y zarzas. Curiosamente durante esta fase tendría lugar el primer combate aéreo de la contienda y también de la Historia de Latinoamérica, después de que un caza boliviano Vickers 143 derribase en un duelo a un avión paraguayo Potez 25.
A finales de Diciembre de 1932, el Ejército Paraguayo detuvo su ofensiva a tan sólo 7 kilómetros del Fuerte Saavedra, temiéndose que al haberse alargado sus líneas, el Ejército Boliviano pudiese tenderles una emboscada. Y lo cierto fue que el general José Félix Estigarribia no andó mal encaminado, ya que el general alemán Hans Kundt que acababa de tomar el mando del Ejército Boliviano, se encontraba preparando un contraataque que había fijado para comienzos de 1933 sobre el Fortín Nanawa.
El 20 de Enero de 1933, un total de 6.000 tropas bolivianas apoyadas por 10 aviones, desencadenaron su ofensiva contra el Fortín Nanawa, cuyos muros y trincheras adyacentes estaban defendidas por 2.500 paraguayos al mando del coronel Luis Irrazábal Barboza. Sin embargo el ataque frontal que se produjo contra unos soldados bien protegidos y parapetados detrás de alambradas, terminó siendo un completo fiasco porque todos los asaltos fueron repelidos con cientos de bajas. Por si fuera poco los bolivianos se quedaron sin caballos de carga después de matar a sus animales con la finalidad de impedir que consumieran la escasa agua disponible, mientras que por el contrario los paraguayos recibían desde el aire los suministros necesarios que su propia aviación les lanzaba, llegando incluso algunos aparatos a tomar tierra dentro del fortín.
Solamente diez días después del inicio del asedio, el 30 de Enero de 1933 el Ejército Boliviano levantó el cerco al Fortín Nanawa y se replegó derrotado. La batalla supuso un auténtico desastre miliar para los bolivianos que sufrieron 2.500 bajas entre muertos y heridos, a costa de únicamente 248 bajas paraguayas entre 108 muertos y 140 heridos.
Ofensivas Boliviana y Paraguaya
Simultáneamente al fallido ataque contra el Fortín Nanawa, el Ejército Boliviano liderado por el general alemán Hans Kundt fue el artífice de una gran ofensiva contra todo el frente del Ejército Paraguayo en el Chaco Boreal. El primer objetivo fue el Fortín Fernández, del que nuevamente los bolivianos tuvieron que retirarse sufriendo 300 bajas. A este le siguió el Fortín Corrales, que por fortuna para los atacantes, fue tomado sin encontrar oposición porque todos los paraguayos prefirieron abandonarlo. No obstante el asalto sobre el Fortín Toledo fue un verdadero desastre, porque las tropas bolivianas terminaron replegándose el 10 de Marzo de 1933, después de que los mismos soldados se amotinasen contra sus oficiales e incluso llegaran a disparar contra algunos de ellos.
Más suerte tuvo el Ejército Boliviano el 13 Marzo de 1933 cuando arrebató a los paraguayos el Fuerte Alihuatá, aunque durante la acción los atacantes encajaron 238 bajas. Pocos días después, el 17, las tropas bolivianas también consiguieron expulsar al Ejército Paraguayo hacia Gondra tras la victoria en la Batalla de Campo Jordán; aunque la jornada del 27 resultó ser un fiasco porque fracasó el segundo asalto efectuado por 2.000 bolivianos contra el Fortín Fernández que costó la elevada cifra de 600 bajas. Sin embargo peor derrota fue la sufrida durante el nuevo asedio sobre el Fortín Nanawa después de que el Ejército Boliviano se replegase con más de 2.000 bajas entre muertos y prisioneros frente a 636 paraguayas entre muertos y heridos.
Incapaz el Ejército Boliviano de superar el dispositivo de fortines del Ejército Paraguayo, en Agosto de 1933 intentó una maniobra de flanqueo sobre Campo Aceval y Alihuatá, que nuevamente fracasó debido a la férrea resistencia paraguaya. Por si fuera poco aquella maniobra dejó demasiado expuesto el saliente boliviano, por lo que el 15 Septiembre los paraguayos desencadenaron un breve que contraataque alrededor de Campo Grande que rodeó y destruyó a un total de tres regimientos del Ejército Boliviano en Ballivián, Loa y Pozo Favorito en que perdieron la vida más de 200 soldados y fueron capturados otros 535.
Mermado el Ejército Boliviano por las grandes pérdidas cosechadas, el Ejército Paraguayo del general José Félix Estigarribia inició su gran ofensiva en Diciembre de 1933. Primeramente las tropas paraguayas tomaron Pozo Negro y a continuación ocuparon el Fuerte Alihuatá el día 7, lo que favoreció embolsar a un gran número de contingentes bolivianos en un anillo. Gracias a este cerco sobre el sector de Campo Vía, el 11 de Diciembre un total de 2 divisiones bolivianas fueron destruidas, mientras que durante los días siguientes fueron siendo eliminados los últimos núcleos de resistencia con la caída del Fortín Saavedra el día 14 y el Fortín Muñoz el 19. Concluida la batalla, el Ejército Boliviano sufrió una de las mayores catástrofes militares de su Historia con un total de 10.100 bajas entre 2.600 muertos y 7.500 prisioneros, además de perder un material de 8.000 fusiles, 536 ametralladoras, 2 tanques, 20 cañones, 25 morteros y numerosos camiones.
Punto de Inflexión
Preocupados el resto de países de Latinoamérica por la escalada bélica cada vez mayor en la Guerra del Chaco, la comunidad internacional convocó a la Comisión de Neutrales compuesta por varias naciones de la región, entre estas Argentina, Chile y Brasil, las cuales consiguieron una tregua de veinte días que fue ratificada por Bolivia y Paraguay desde 19 de Diciembre de 1933 hasta el 6 de Enero de 1934. Sin embargo la clara ventaja táctica y militar que estaban consiguiendo los paraguayos sobre sus enemigos, sumado además que ellos habían sido los agredidos y por el momento los bolivianos no parecían querer renunciar a los territorios exigidos, llevó a los primeros a romper el armisticio y proseguir con las operaciones.
A comienzos de Enero de 1934, el Ejército Paraguayo reanudó su avance en el Chaco Boreal y conquistó el Fortín Platanillo, el Fortín Loa, el Fortín Esteros y el Fortín Jayucubás. Al mes siguiente, en Febrero, los paraguayos ocuparon la zona de La China y el día 11 rompieron el frente sobre una brecha de 300 metros en Magariños, donde penetraron 7 kilómetros en territorio enemigo provocando a los bolivianos 60 bajas a costa de 37 propias. Poco después, el 20 de Marzo, las tropas paraguayas rodearon y aniquilaron a dos batallones bolivianos en Cañada Tarija a los que causaron 1.000 muertos y prisioneros; mientras que el día 28, despejaron y capturaron el Fortín Garrapatal.
Seriamente peligrosa se volvió la situación para el Ejército Boliviano, de no ser porque el nuevo general Enrique Peñaranda, descubrió que dos divisiones paraguayas habían adelantado sus posiciones sobre la carretera de El Lóbrego, por lo que decidió pasar al contraataque. Para ello reunió a 14.000 soldados bolivianos que el 10 de Mayo se dividieron en dos columnas a través de los matorrales y aparecieron por la espalda enemiga, completando un cerco que dejó encerrados a 5.500 soldados paraguayos. A partir de entonces se sucedería un enfrentamiento de tres semanas conocido como la Batalla de la Cañada Strongest, donde a pesar de que la mayoría de los sitiados del Ejército Paraguayo lograron escapar, finalmente las tropas bolivianas cerrarían el cerco y harían prisioneros a 1.500 militares paraguayos.
Derrotado el Ejército Paraguayo en la Batalla de la Cañada Strongest y vencido el Ejército Boliviano en anteriores encuentros, durante el verano de 1934 las operaciones se estancaron en el Chaco. Desde entonces, ninguno de los dos bandos, ya fuesen los bolivianos o paraguayos, tendrían capacidad suficiente para llevar a cabo más ofensivas y por ello el conflicto se convirtió en una “guerra de desgaste” que se libró entre líneas de trincheras situadas sobre la selva de matorrales y el desierto.
Estancamiento
Intentando romper el estatismo del frente, el Ejército Paraguayo del general José Félix Estigarribia desencadenó una gran ofensiva con miles de hombres en Agosto de 1934 que cogió totalmente por sorpresa al Ejército Boliviano. Con facilidad los paraguayos ocuparon el Fortín Picuiba con 450 prisioneros bolivianos el 15 de Agosto y a continuación el Fortín 27 de Noviembre el día 17 tras un avance de 120 kilómetros. Acto seguido descendieron hacia el oeste tomando el nudo de comunicaciones de Huirapitindí la jornada del 20 y cuando llevaban recorridos 160 kilómetros aniquilaron a un destacamento boliviano en Algodonal el día 22. Gracias a esta maniobra de más de 250 kilómetros, los paraguayos rodearon toda la retaguardia del Ejército Boliviano que tan sólo mantenía su cuartel general a 50 kilómetros en Villamontes y situaron a sus tropas a únicamente 5 kilómetros del principal centro logístico en Carandaitý.
Tan crítica fue la situación para Bolivia aquel Agosto de 1934, que el propio Presidente Daniel Salamanca evaluó la posición de solicitar una rendición incondicional. Por suerte la movilización de las últimas reservas, entre las cuales estaba el Cuerpo de Caballería Boliviano del coronel Daniel Toro, impidieron un descalabro del frente y sobretodo facilitaron una contraofensiva a nivel general debido a que el Ejército Paraguayo había alargado peligrosamente sus líneas de abastecimiento y por tanto se encontraba en una posición muy delicada.
Avance de tropas bolivianas entre los cáctus y matorrales del Chaco.
Avance de tropas bolivianas entre los cáctus y matorrales del Chaco.
A inicios de Septiembre de 1934, el Ejército Boliviano pasó al contraataque sobre un arco de 50 kilómetros contra un Ejército Paraguayo muy vulnerable. Con rapidez los paraguayos fueron retrocediendo desde Puesto Burro y La Faye, no sin antes ser embolsados entre Algodonal y La Rosa, un cerco del que milagrosamente consiguieron escapar. También se escabulleron del asedio que el Cuerpo de Caballería Boliviano sometió a los paraguayos en Yrendagüé, aunque durante el repliegue sufrieron miles de bajas y perdieron el Fortín Picuíba que fue ocupado a principios de Noviembre.
Recuperado el Ejército Paraguayo de su derrota, el 10 de Noviembre se lanzó a la contraofensiva aprovechando que durante la persecución el Ejército Boliviano había descuidado sus flancos en un saliente muy peligroso. Fue así como de forma inesperada el día 13, los paraguayos convergieron sobre la retaguardia enemiga y el 16 aplastaron a los bolivianos en un enfrentamiento conocido como la Batalla de El Carmen. Las pérdidas fueron catastróficas porque los bolivianos sufrieron 7.000 bajas entre muertos y prisioneros, mientras que los paraguayos únicamente 100 muertos.
Destruido parte del Ejército Boliviano en la Batalla de El Carmen, el Ejército Paraguayo avanzó prácticamente sin encontrar oposición tomando el estratégico Fortín Ballivián y las instalaciones militares próximas de Samayhuate. Ante el peligro que tal cosa suponía, el Presidente Daniel Salamanca optó por trasladarse hasta la primera línea del frente, constituida en torno al Fortín Villamontes. Sin embargo antes de que el Presidente tomara el mando personalmente, se produjo un golpe de Estado dirigido por el mismo general Enrique Peñaranda, en el cual los militares se sublevaron para hacerse con el poder. Inmediatamente Daniel Salamanca fue arrestado por un grupo de hombres armados al mando del general Germán Bush que irrumpieron en su residencia del Chalet Staudt, donde le obligaron a firmar su dimisión en favor del nuevo Presidente Tejada Sorzano elegido para la ocasión.
Muchos militares pensaron que una vez derrocado al Presidente Daniel Salamanca, las operaciones mejorarían en la Guerra del Chaco con el nombramiento de Tejada Sorzano. No obstante el Ejército Paraguayo continuó su imparable avance atravesando el desierto y situándose en la retaguardia del Ejército Boliviano sobre Yrendagüé el 10 de Diciembre, donde cortó el suministro de agua al enemigo y dejó aislados a más de 12.000 soldados que comenzaron a desertar en masa. Gracias a esta magistral maniobra en pinza efectuada por el general José Félix Estigarribia, los paraguayos hicieron más de 3.000 prisioneros bolivianos y capturaron un material de 200 camiones, 60 morteros, 577 ametralladoras, 11.200 fusiles, 590 subfusiles y grandes cantidades de cajas de champagne, vino y cerveza que calmaron la sed de soldados.
Presas del pánico ante lo que era un descalabro total del frente, el Ejército Boliviano emprendió la retirada general. Durante este repliegue se produjeron escenas trágicas, como por ejemplo los más de 200 bolivianos que fallecieron ahogados a la hora de intentar cruzar el Río Pilcomayo; o los 1.200 que cayeron prisioneros cuando los paraguayos, aprovechando la escasa visibilidad a causa de la lluvia, ocuparon el sector de Ybibobó.
Otros desastre para el Ejército Boliviano ocurrió el 11 de Enero de 1935 después de que el Ejército Paraguayo conquistase Capirendá provocando a los bolivianos 530 bajas entre 330 muertos y 200 prisioneros. Acto seguido los paraguayos alcanzaron el Río Parapetí, destruyeron a dos regimientos bolivianos y entre principios de mes y el 28 de Enero ocuparon fugazmente las plazas de Amboró, Santa Fé, Casa Alta, Cambietí, Carandaitý y Boyuibé.
Artillería paraguaya en el Chaco.
Villamontes, el último objetivo del dispositivo enemigo, fue asaltado el 13 de Febrero de 1935 por 15.000 soldados del Ejército Paraguayo frente a los 21.000 del Ejército Boliviano que se ocultaban en sus muros y trincheras. Por suerte para los bolivianos, tanto la superioridad numérica de la que gozaban como el encontrarse en una posición defensiva, les permitieron rechazar todos los ataques paraguayos causando a estos últimos serias bajas. Ante dicho fracaso, el Ejército Paraguayo cavó trincheras alrededor del Fortín Villamontes y pasó a convertirse en un sitiador estático.
Mientras el asedio en torno al Fortín Villamontes se recrudecía, otras columnas paraguayas avanzaron hacia nuevos objetivos del Chaco. Por ejemplo el 16 de Abril de 1935, las tropas paraguayas ocuparon el poblado guaraní de Charagua, a tan sólo unos pocos kilómetros de las instalaciones petrolíferas de la Compañía Standard Oil. Este acontecimiento causó tanta preocupación en el Gobierno de La Paz, que inmediatamente se ordenó una contraofensiva para alejar a los paraguayos de los yacimientos de crudo. Fue así como el Ejército Boliviano pasó al contraataque a mediados de Abril, consiguiendo forzar la retirada de las tropas paraguayas hacia el Río Parapetí, recuperando la ciudad de Tarari y embolsando a una división enemiga en Cambeiti, aunque en última instancia consiguió escapar del cerco atravesando la Sierra de Aguaragüe.
Inesperadamente el 16 de Mayo de 1935, el Ejército Paraguayo volvió a lanzarse a la ofensiva contra el Ejército Boliviano que de nuevo comenzó el repliegue. De hecho los paraguayos se hicieron rápidamente con el control de la Quebrada del Cuervo y tomaron la ciudad de Mandeyapecuá. Simultáneamente rechazaron un contraataque de 3.000 bolivianos en el Fortín Ingavi a los que causaron 100 bajas, a los cuales posteriormente persiguieron hasta Pozo del Tigre, donde les capturaron otros 370 hombres y un gran número de armas, vehículos y provisiones.
Final
A mediados de 1935 casi la totalidad del Chaco estaba en manos del Ejército Paraguayo, que por aquel entonces se situaba a escasos kilómetros de Ravelo y sus pozos petrolíferos. Bolivia ya no podía de ninguna manera revertir el curso de la guerra y menos aún salvar la nación de ser invadida por Paraguay si continuaba en liza. Por dicha razón y el encontrarse el país luchando exclusivamente por su propia supervivencia, el Presidente Tejada Sorzano autorizó a sus diplomáticos buscar una salida negociada al conflicto. Para ello el Gobierno Boliviano envió a territorio neutral de Buenos Aires al coronel Ángel Rodríguez , quién negoció personalmente con los representantes paraguayos y los mediadores argentinos la paz.
Oficialmente el 18 de Julio de 1935, los generales de ambos ejércitos, José Félix Estigarribia y Enrique Peñaranda, se reunieron en Puesto Merino y firmaron la paz entre Paraguay y Bolivia. La Guerra del Chaco había terminado con un trágico saldo de 90.000 muertos.
Bolivia sufrió un total de 85.000 bajas entre 60.000 muertos y 25.000 prisioneros, además de un coste monetario de 228 millones de dólares.
Paraguay sufrió un total de 32.500 bajas entre 30.000 muertos y 2.500 prisioneros, además de un coste monetario de 128 millones de dólares.
El resultado de la Guerra del Chaco supuso una gran humillación para Bolivia porque no sólo perdió el conflicto frente a Paraguay, sino que su coste tanto en vidas como económicamente dejó a la nación en ruinas. Respecto al Chaco Boreal, Bolivia consiguió mantener 1/3 del territorio, incluyendo las zonas gasísticas; mientras que Paraguay como vencedor de la guerra, se anexionó las restantes 2/3 partes y por tanto aumentó notablemente su territorio y recursos de gas y petróleo.
La Guerra del Chaco constituyó uno de los conflictos más trágicos y sangrientos del siglo XX en Latinoamérica que desangró a dos naciones, en este caso a Bolivia y Paraguay. Librada en medio de la denominada “Era de Entreguerras”, el desarrollo militar de este conflicto sería un fracaso más de la comunidad internacional y de la Sociedad de Naciones (SDN) que poco a poco iría allanando el camino hacia la Segunda Guerra Mundial.
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